En pequeños episodios, el estrés suele ser positivo, como cuando te ayuda a evitar el peligro; sin embargo, cuando dura mucho tiempo, puede dañar tu salud. Por ello, en miras de cuidarte, es importante que conozcas sus niveles:

  • Estrés agudo: este permanece a corto plazo y desaparece rápidamente, su función es ayudarte a controlar las situaciones peligrosas. Por ejemplo, puedes sentirlo cuando enfrentas una situación de enojo o tienes alguna impresión repentina, bajas rápido en una pendiente o haces algo nuevo o emocionante.
  • Estrés crónico: es el que dura por un tiempo prolongado (semanas o meses); incluso, puedes acostumbrarte tanto al él, que no identifiques que se trata de un problema que, en caso de no controlarlo, es posible que genere consecuencias negativas en tu salud, ya que tu cuerpo se mantiene alerta, aun cuando no hay peligro. Algunos ejemplos son: sensaciones de frustración, preocupación o insatisfacción constante, por conflictos de dinero, de trabajo o de familia, entre otros.

Signos de demasiado estrés. Pueden ser malestar estomacal o problemas gástricos, mala memoria, dolores de cabeza, falta de energía o concentración, cuello o mandíbula rígidos, así como desajustes en el sueño y el peso.

Problemas de salud. Al paso del tiempo, tu cuerpo puede manifestar síntomas de estrés crónico acompañado de estas enfermedades: presión arterial alta, insuficiencia cardiaca, diabetes, obesidad, depresión o ansiedad, acné o dermatitis, entre otras.

El no controlar el estrés puede causar muchos tipos de síntomas físicos y emocionales que ponen en riesgo el bienestar. Identifica en qué nivel de estrés te encuentras actualmente, a través de las señales que te compartimos y, si detectas que estás posicionado en un estrés crónico, atiéndelo en tiempo y evita que se vea comprometida tu salud.

 

¡No bajemos la guardia!

 

Fuentes: Medlineplushttps://medlineplus.gov/spanish/ency/article/003211.htm